MI ABUELA Y LAS LLUVIAS.

Flor de María, mi abuela materna, contamanina y aprista de pura cepa, era una experta en predecir lluvias, desbarrancamientos y otros fenómenos naturales. Era una acuciosa observadora de las relaciones entre los seres vivos y los fenómenos naturales. El cien por ciento de sus predicciones era cierto. Cada vez que veía que algún muchacho o viejo se rascaba los pliegues de los pantalones por la parte del ano, ella, decía que pronto iba a llover.

Utilizando un método empírico, iba al corral donde estaban las pashnas o chanchos hembras y observaba si estas se sobaban en los horcones. Si esto sucedía paralelamente con lo visto con lo de las comezones de los muchachos o viejos, entonces, ella daba su pronóstico y nos enviaba a juntar la ropa soleada en el campo del fundo. En caso contrario, es decir, si no coincidía la actitud de la chancha, le daba al que se rascaba el ano, un remedio a base de ojé para botar toda la chicuacua, es decir los bichos. Ahora, que existen métodos modernos para predecir fenómenos, las predicciones de mi abuela son, me parecen, mucho más acertadas, por lo menos, a nivel familiar.
Aunque, no lo crean, estas observaciones se continúan haciendo en el interior de nuestra selva, ya sea para diagnosticar la infestación por bichos o para avisar las torrenciales lluvias. En el ser humano, también se manifiestan estas relaciones con el cosmos, nosotros somos el micro y el universo el macro, y, por un fenómeno no explicado hasta ahora por la ciencia, ciertas dolencias de huesos y músculos, algunos brotes de calor repentino anuncian lluvias y tempestades. Observe usted, en su propio organismo y comprobará, como mi abuela, que puede predecir lluvias y tempestades.
En esta época de incredulidad, es una buena manera de verificar lo que dicen las instituciones públicas al servicio de los políticos Si ella viviera, yo la propondría como jefa del SANAHMI.

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