INVASIÓN DE LOMBRICES
Ayer, en horas de la noche, operaron por segunda vez a mi sobrinito, un niñito de cuatro años de edad. Una inocente criatura, que le dijo al doctor con lágrimas en los ojos, "amigo, doctorcito, no me cortes de nuevo", "prométeme que no me vas a cortar de nuevo, tengo miedo de morir", mientras la anestesia le iba adormeciendo en la cama de operaciones. Tenía que ser operado, dos veces, en quince días, un nuevo corte; el problema, es que había una oclusión del intestino por ascárides, una lombriz parecida al tallarín o spaghetti. Esta segunda vez, fue porque uno de ellos se había escapado de las manos del cirujano y se había alojado fuera del tracto intestinal y ya estaba pudriéndose. Los purgantes ya no son los de antes, como cuando mi abuela me daba ojé o vermífugo con agua tibia y encima tu enema; hoy, los padres dicen que todo sale destruido, mentira. Este no es el primer caso, dicen que en la chacra mueren muchos niños con el intestino obstruido por usar estos purgantes desintegradores y, porque con su maldita pobreza no pueden pagar un médico. Creo que es tiempo de volver a usar lo que nos vendía, mi gran maestro, el Dr. Max Meléndez. El día de ayer, en este diario, se reportó una operación similar a un niño de seis años; gracias a los médicos que salvaron a estas criaturas. Ya saben, tenemos que formar un comité contra la invasión de las lombrices, pero, comprando buenos purgantes y enseñando a los padres a no descuidar a sus niños, particularmente, acá en la ciudad que, para vivir dignamente, todos tienen que trabajar, pero, esto no excluye de una vigilancia correcta con las personas con las que se les deja a estos niños. No creo que el comité ejecutivo que se forme, gaste 160,000 dólares para sensibilizar y motivar la práctica de buenas costumbres sanitarias, con menos se puede salvar miles de vidas de niños que no tienen acceso a un buen servicio médico.
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